sábado, 30 de agosto de 2014

Pipas de girasol, conservas de la huerta II

Después de este parón veraniego, de conocer otros lugares, desconectar un poco y cargar pilas os traigo un par de recetas para conservar los excedentes de la huerta, que aunque dé trabajo, se hace con gusto, después de medio año regando, escavando...toca, por fin, recoger el fruto de nuestro trabajo, literalmente.
Y empezamos con las pipas de girasol.  Esta planta llegada de América tras la conquista de los españoles de esas tierras, y que para incas y aztecas era el símbolo del dios sol, nos proporciona aceite, condimento y aperitivo, todo salido del mismo fruto, no está mal, eh? A nivel nutricional su aporte más destacado es el alto contenido en vitamina E, cuatro veces superior al aceite de oliva, y cuya función es la de proteger las membranas de los glóbulos rojos y de otras células, es decir, es atioxidante. 
Yo os voy a presentar dos formas de utilización, la tercera es el aceite, que consiste en el prensado de las pipas.
Lo primero que vamos a hacer es sacar las pipas de la torta, descartando las que no tengan fruto, las huecas.
Una vez hecho esto podemos tostarlas y salarlas para aperitivo, o peladas para condimento.
Para hacer pipas tostadas, las que hemos cascado todos alguna vez en un banco con los amigos o delante de la tele se preparan así.
Primero las lavamos bien y las frotamos entre ellas para eliminar impurezas. Retiramos el agua sucia y las espolvoreamos con sal fina.

 Las removemos bien para que se pegue la sal y las ponemos sobre periódicos o un paño limpio al sol, elegiremos un sitio libre de corrientes donde el sol incida especialmente para secar bien las pipas. Si el sol no tiene la suficiente fuerza, como puede ser el caso en esta zona norte, podemos hacer lo siguiente: 

Las ponemos al sol, para que pierdan la humedad que les sea posible. Y posteriormente las calentamos en una sartén limpia, sin aceite ni nada, donde las acabaremos de dar el punto tostado.

Otra forma de consumirlas es como condimento, la semilla sola. Este proceso es más laborioso pero el resultado realmente merece la pena. 
Para esto pelamos las pipas crudas, es una labor pesada y repetitiva, pero insisto, merece la pena.
Una vez que las tengamos peladas colocamos las pipas en una sartén a

fuego medio y espolvoreamos sal fina por encima. Y las removemos constantemente para que se reparta bien el calor y no se quemen. Al tostarse van a saltar en la sartén, recordando un poco a las palomitas.

Esta última sugerencia va muy bien para condimentar ensaladas, panes de semillas, pizzas, pasta, algunas carnes o por ejemplo para una rebanada de pan con tomate y aceite, un magnífico tentempie de ahora ;-)

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