jueves, 20 de febrero de 2014

Una de vecinas y orejuelas

La esencia de un pueblo, y más en pueblos tan pequeños como es Foldada, es convivir, relacionarse y compartir conocimientos, ya que aquí los vecinos son un poco más importantes que en una capital. Somos núcleos muy reducidos, sin acceso rápido a servicios como tiendas etc... (en mi opinión las ventajas de un pueblo son muy superiores a las de una ciudad, en especial por una palabra, libertad). Estas características nos obligan en cierto modo a compartir con el de al lado, siempre en el buen sentido, si quieres puedes vivir tan aislado como desees, pero no es lo más habitual entre nuestra especie. 


Este post va de eso, de cosas de pueblo, como hacer orejuelas con la vecina... os presento a las dos,  mi vecina Pepa, entre nosotros desde hace ya un tiempo, y un gran fichaje para Foldada, aporta alegría, jovialidad y autenticidad, tres adjetivos indispensables para pasearse por esta vida e intentar dejar una bonita huella, y ya veréis que fotos hace... Y las orejuelas, típicas de esta zona, todo un símbolo culinario de la cocina tradicional, puesto que la receta que os voy a contar ahora es la que lleva haciendo mi abuela (el gran buque insignia de la familia, y también del pueblo), y supongo que a ella se la enseñaría su madre, como ella me enseñó a mi hace unos años.
Sobre mi vecina sólo os puedo decir que merece mucho la pena conocerla, por que es de las que te deja con una sonrisa después de echar una parlada con ella. Y desde aquí aprovecho para invitarla a que escriba algo para el blog...ahí lanzo el guante.

Y sobre las orejuelas, que son de las gordas, las que se quedan blandas y que mojadas en café con leche, además de ser una ciencia que se perfecciona con los años, son todo un manjar.

Apuntad:
Ingredientes:
un vaso de aceite (200ml)
la piel de dos naranjas
Un vaso de vino blanco
6 huevos
7 cucharadas de azúcar
un sobre de levadura química
una copuca de anís
Harina lo que necesite.

Vamos con los cómos:

Freímos las pieles de naranja en el aceite, a fuego medio.
Cuando estén bien fritas apartamos y retiramos para que enfríe un poco. En un bol grande mezclamos el aceite con el vino blanco, después el azúcar, para que disuelva, los huevos, la copuca de anís y por último la levadura.
Y sobre esta base líquida añadimos harina hasta formar una masa compacta para amasar. El punto de harina está cuando ya no se pega a la mano aunque sí lo intenta. Esta bola la vamos a amasar durante unos 20 minutos.
Una vez la tengamos bien trabajada la ponemos en un paño limpio, en un bol, durante media hora encima de la trébede, para los que no tengáis trébede, lo vamos a dejar cerca de un punto de calor, encima de un radiador, y la opción más socorrida es poner agua en una cazuela que hierva muy suave y encima el bol de la masa, el objetivo es que suelte la masa, que fermente. Con la cazuela debemos girar la masa de vez en cuando para que reparta el calor.
Una vez que ha soltado, vamos a freír orejuelas, algo que puede resultar estresante, ¿a qué sí Pepa? 
Cogemos porciones de masa, la estiramos con un rodillo y cortamos las orejuelas. Y... directas a la sartén. 
El aceite que usamos es de girasol y ha de estar muy caliente, y abundante cantidad. Se cocinan muy deprisa así que para este proceso es recomendable ser dos personas, una que estire y otra que fría, por que, ya digo, va rápido.

Y ya está, las sacamos, las ponemos en papel secante y espolvoreamos con azúcar por encima y....tachán, ya tenemos orejuelas!!





1 comentario:

  1. Tais que buenas la orejuelas ,yo hace mucho que no las hago,las hacia cuando mi sobris eran pequeños,ahora ya no merece la pena ,me pasare por Foldada y a lo mejor tengo suerte besitos

    ResponderEliminar